La minería ilegal, en Venezuela, Brasil y sobre todo en Perú, está envenenando selvas tropicales vírgenes y los sistemas fluviales de extensas reservas naturales de la Amazonía.
Madrid, 08 de set.- El Gobierno de Venezuela negó con escasa convicción este pasado jueves la presunta matanza de 80 indígenas yanomani al sureste del Estado Amazonas venezolano por parte de mineros ilegales brasileños (‘garimpeiros’). La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, señaló que “la comisión llevó a cabo un recorrido completo por todas las comunidades del lugar, además de entrevistas realizadas a habitantes de la zona, y en ninguno de los sitios visitados se constató que hubiese ocurrido el hecho».
Sin embargo, pocos creen la versión de Caracas, en particular los dirigentes yanomani y los autores de la denuncia. Según Itirio Hoariwe, vicepresidente de la Organización Horonami Yanomani, “la comisión investigadora no viajó al lugar de la matanza”. Tres testigos relataron que el pasado 5 de julio un helicóptero disparó e hizo explotar la choza circular -el shabono- que daba cobijo a 88 indígenas yanomani de la comunidad Irotatheri. Los testimonios procederían de tres indígenas de la comunidad masacrada que salieron a cazar y que por ello sobrevivieron.
Los ataques de los mineros ilegales de oro no son nuevos. En 1993, 16 indígenas fueron asesinados en la población de Haximú y en 2008 también murieron cinco indígenas en la comunidad de Momoi, intoxicados por el mercurio que se utilizan los ‘garimpeiros’ para la explotación del oro.
La minería ilegal, en Venezuela, Brasil y sobre todo en Perú, está envenenando selvas tropicales vírgenes y los sistemas fluviales de extensas reservas naturales de la Amazonía. Desde 2008, la crisis económica ha empujado a los inversores a buscar en el oro un refugio seguro. Su revalorización ha disparado la búsqueda en los ríos y suelos arenosos.
Como sucediera en los ochenta en Brasil, en Sierra Pelada, la zona de desastre desde hace unos años es la región Madre de Dios, en el centro de Perú. La extracción artesanal con la tabla de agua con mercurio hace que cada año 35 toneladas de este mineral altamente tóxico acaben en el fondo de los ríos y aguas freáticas. Y no son solo los efectos contaminantes de los materiales utilizados, la presencia de los mineros -en torno a 50.000- amenaza con causar un daño irreversible a la biodiversidad y las poblaciones indígenas de la zona. Muchos de los núcleos mineros se encuentran en áreas remotas, lejos del alcance de la ley, donde los prostíbulos, las armas, la criminalidad y el alcohol barato están fuera de control.
Situación en Perú
En Perú, al igual que en Venezuela, las autoridades se muestran muy remisas a cortar un fenómeno del que también se benefician. Una quinta parte del total del oro peruano, 175 toneladas, procede esta minería ilegal. A ello se une la dimensión del fenómeno en una región dominada por la pobreza y con escasas oportunidades económicas. La mayor parte de las familias tienen al menos un miembro minero.
Este y otros bocados a la gran masa forestal y biodiversidad de la Amazonía tendrán consecuencias. Este miércoles la revista ‘Nature’ publicó un informe que prevé para la región una reducción de las lluvias de un 12 % para la estación húmeda y un 21 % en la seca para 2050, producto de la reducción de selva y bosque. Un cambio en el equilibrio climático y en la aportación de oxígeno a la atmósfera que tendrá importantes efectos en los regímenes de lluvias de otras áreas, el caudal de los ríos y en la generación de huracanes. También según ‘Nature’, el llamado ‘pulmón del planeta’ comienza a acusar el avance de este cáncer y en breve puede pasar de absorber CO2 a convertirse en emisor neto.
Fuente: Diario Vasco.