Semillas, cortezas de árboles y dientes de animales son algunos artículos con los que mujeres indígenas waoranis buscan recaudar fondos para su subsistencia.
Ecuador, 21 de set.- Desplegadas en las provincias de Pastaza, Napo y Orellana, mujeres de 34 comunidades huaoranis han echado mano de sus habilidades manuales para convertir en faldas la corteza de árboles, en cepillos la unión de pedazos de madera de chonta o en coloridos collares a una sucesión de semillas.
Los expondrán en la feria «Amazonía en Quito» y lo recaudado por la venta de esos productos de la selva, a algunos de los cuales les atribuyen «poderes protectores» contra «malos espíritus», les servirá para afrontar males externos y para los que los remedios naturales de la rica amazonía no son suficientes. Para ciertos asuntos sanitarios o educativos requieren recursos externos, que ahora reciben de empresas como la petrolera española Repsol, que opera en la zona, y de ferias de artesanías como la que comienza en Quito, aunque Ima confiesa sentir «pena» de sacar los productos de la selva.
Entre los artículos que exponen figuran aretes, llaveros, cestas hechas de ramas de plantas y lanzas, ahora más elaboradas gracias a talleres en los que las huoranis mejoraron sus técnicas para convertir en arte étnico la magia de la selva.
Manuela Ima, presidenta de la asociación huaorani de la Amazonía ecuatoriana, considera a la tierra como «una madre» a la que deben «cuidar», se enorgullece al lucir una corona decorada con plumas de aves, que usan para ceremonias especiales.
Proyectos como el de las artesanías u otros como el de turismo y viveros buscan que los huaoranis, que aún viven de la caza y pesca, «dejen de comercializar el bosque», como la carne de animales u otros recursos de la selva, explicó Silvia Macías, técnica de relaciones comunitarias de Repsol.
Ima, quien ha participado en marchas de protesta contra la explotación maderera y petrolera, y el tráfico de especias endémicas, exige «respeto» a la naturaleza dentro y fuera de la comunidad de la Amazonía ecuatoriana por cuyas entrañas corren ríos de petróleo.
«No queremos que hagan daño», dijo la líder indígena de los huaoranis, un pueblo que podría, además, escribir su nombre en cortes internacionales.
Así será si prospera un reciente anuncio del jefe de Estado, Rafael Correa, de llevar a ese ámbito la denuncia sobre la extracción de muestras de ADN de esos indígenas sin su consentimiento y su supuesta venta por parte de una entidad estadounidense.
Según la ministra coordinadora de Patrimonio, María Fernanda Espinosa, la compañía petrolera Maxus en 1991, «a pretexto de brigadas médicas para curar a los hermanos de la nacionalidad huaorani, les extrajeron muestras de sangre para obtener su ADN».
«El instituto de investigaciones médicas de la Universidad de Harvard, que se llama el Instituto Coriell, lo que hizo es vender el ADN huaorani para fines de investigación y, potencialmente, fines comerciales», comentó Espinosa.
En julio pasado el Instituto Coriell negó a Efe haberse lucrado con la venta de muestras de ADN, después de que la Defensoría del Pueblo de Ecuador denunciara el caso.
Ima cree que se debe informar más sobre esa situación a los huaoranis que, por ahora, lucen su arte en la feria de Quito, que terminará este viernes con danzas y la presentación de otros proyectos con los que quieren impulsar su identidad.
«Queremos cuidar nuestro territorio y mantener una cultura», puntualizó Ima.
Fuente: El Universo de Guayaquil.